20 de Abril de 2024

Desvirtúan celebraciones navideñas

Pide la Iglesia Católica mantener la tradición tomando en cuenta el origen religioso

LIZ MARTÍNEZ

Tuxpan

 

Exhortó el vocero de la Diócesis, Humberto Arce Santiago, al comenzar el período de posadas este 16 de diciembre, a que el novenario que se hace durante las mismas se realice a conciencia, porque se ha perdido la verdadera intención de la actividad y sólo festejan sin tomar en cuenta el aspecto religioso.

Afirmó Arce Santiago que el peregrinar de la Virgen María y San José,  ya difiere mucho del sentido original “se pasó del ámbito eclesial al ámbito secular, se hacía en la calles y se distorsionó, llegaron las pre-posadas y se convirtió en una festividad no muy sana, en algo abusivo más que festivo, abusivo del alcohol, a veces de otras cosas y hacen una posada y no hay ni nacimiento, ni rezan, ni nada”.

Citó el Padre que en México existe constancia de que en 1587 el religioso agustino Fray Diego de San Soria, prior del convento de San Agustín Acolman, en el actual Estado de México, solicitó (y obtuvo) una autorización del entonces Papa Sixto V para celebrar anualmente, en esa sede y otras del Virreinato, misas de Aguinaldo que recordarán aquel suceso desde el día 16 y hasta el 24 de diciembre.

En un principio, esta fiesta se desarrolló en los atrios de los conjuntos religiosos y después se extendió hacia la vía pública. De esa manera, lo religioso y lo profano se fusionaron en una original mezcla de devoción y diversión que hizo (desde aquel tiempo) de las posadas mexicanas algo muy bello y único en el mundo.

Para el siglo XIX, las Posadas se encontraban ya firmemente instaladas en el interior de las casas, pero las concentraciones en las calles y en las iglesias no acabaron. Existen reseñas de aquellos años que describen varios tipos de posadas llevadas a cabo por diferentes grupos sociales como los de la alta aristocracia, quienes celebraban con suntuosidad y sin escatimar en decoración, belleza y variedades de figuras para el nacimiento y fuegos artificiales.

Se dice que en aquellos jolgorios había niños vestidos de ángeles que llevaban túnicas de tela metálica con hilos de plata o de oro, penachos de plumas blancas, zapatos de satín blanco, bordados en oro y una profusión de finos diamantes y perlas en cintas para la cabeza, broches y collares.

Por su parte, en las casas de la clase media se solía festejar durante nueve veladas. Los hogares eran adornados con heno, ramas de pino, farolas de papel o vidrio, y se celebraba la posada de manera muy parecida a la actualidad, pero con la diferencia de que en aquel tiempo se tronaban ruidosos cohetes y se rezaba al momento de la entrada de los peregrinos, después de pedir posada.

Desde la mitad del siglo XX, los adornos de faroles se reemplazaron por foquitos de colores y luces eléctricas. Ya no hay músicos vivos y se tocan discos para alegrar la fiesta. En vez de hacer estallar cohetes se distribuyen a los invitados centellantes luces de bengala. Se comenzaron a obsequiar frutas, cacahuates y canastitas con colación a la gente mayor.

En el pasado eran canastas de porcelana que se guardaban como recuerdo, pero más tarde se hacían de palma tejida o de cartoncillo, adornadas con papel de china de colores. Hoy en día la colación se reparte en bolsas de plástico con detalles navideños.

Por lo tanto pidió a la población que se conviva en familia, con los amigos y el resto con medida, que se sepa en la Navidad mantener la presencia de Dios y tengamos ese respeto por la celebración original.