18 de Abril de 2024

La primera semana de diciembre don Gerardo entra al quite.

Ya prepara maletas.

Migra dejando las cosas en orden; con 50 denuncias ministeriales en curso por malversación y sanciones por obras sin entregar o ficticias; la obra pública saneada y en orden, y cumpliendo la última encomienda de entregar en tiempo y forma las instalaciones deportivas para los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014.

El 15 de noviembre cierra.

Releva al Secretario de Gobierno, Erick Lagos Hernández, quien le entrega si no hay contratiempos y circunstancias de última hora, entre el 3 y 5 de diciembre del año en curso, previo al límite que marca la Ley electoral como requisito de renuncia para quien aspire a un cargo de elección popular.

En realidad Gerardo Buganza Salmerón, de 58 años, regresa a la que fue su casa. Ese ministerio lo ocupó por casi dos años al arranque de la Administración del Gobernador Javier Duarte.

Erick fue el relevo que hoy abandona dejando una fuerte señal sucesoria gracias a su trabajo en dicha Secretaría de Gobierno.

Va por la diputación federal en franca disputa con Alberto Silva Ramos por alcanzar la mayor votación electoral, luego por el liderazgo de la bancada jarocha en el Congreso Nacional para más tarde pretender un escaño a partir del 2018.

Ese es el juego en el tablero de la Fidelidad.

Todo en el marco de un próximo gobierno de dos años que encabece como se ha venido repitiendo del lado oficial y de parte de cierta prensa, el economista Alberto Silva Ramos, el hombre más cercano a los afectos y lealtades de la familia Duarte.

Pero retomando.

Gerardo Buganza habrá de ser el factótum de la sucesión, el equilibrio; el político que desde tan privilegiada posición modere el proceso sucesorio a través del diálogo, el respeto al disenso y la voluntad ciudadana.

Qué mejor garante de quien otrora fue uno de los más destacados miembros del panismo; el político que trajo desde el arranque de la trompicada administración duartista la paz social por la vía de la resolución de los problemas políticos más ingentes que se confrontaron.

El “ingeniero industrial” de profesión resultó más político que los políticos.

Ya desde 2010 había mostrado congruencia al encarar al propio Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, quien bruscamente lo apartó del proceso sucesorio para imponer a Miguel Angel Yunes Linares, como el abanderado del blanquiazul en disputa contra Javier Duarte, que en realidad era contra Fidel Herrera Beltrán enemigo del presidente.

Pocos saben que en aquel momento Buganza fue citado a la Casa presidencial de Los Pinos en donde el ejecutivo federal quiso darle la vuelta a la aspiración del cordobés, quien con cifras, sondeos y pruebas documentadas mostró el respaldo vecinal, seccional y estatal del panismo y que “yo garantizo la victoria para nuestra causa en  la contienda por la gubernatura, como lo garantice en el 2004 en donde sospechosamente me ganó Fidel Herrera por un punto porcentual, es decir por 27 mil 500 votos”.

Calderón lo bateó y Buganza se disciplinó sin dejar de hablarle fuerte, de decirle que el futuro del PAN sería la división y la derrota y que él abandonaba al partido por el cual había entregado la vida por la incongruencia del primer panista.

El 3 de marzo de 2010 deja el PAN

Y ese mismo año sobreviene la asunción del priista Javier Duarte  y un consecuente proceso de negociación con este caballeroso político que de años atrás se dedica, como empresario, a la producción del vino y el café, amén de prósperos negocios en el DF.

Se le propone la Secretaría de Gobierno como parte de un acuerdo de 20 puntos en donde lo menos relevante, paradójicamente, sería la SEGOB.

Todo su capital político que cubre los 212 municipios lo entregó al nuevo régimen que a cambio le dispuso posiciones de poder municipales como sindicaturas, regidurías y direcciones municipales de Pánuco a Las Choapas y le garantizó el respaldo en plazas tan importantes como Córdoba, así como su respaldo en otras consideradas como bastiones históricos del panismo, el equilibrio pues.

Por cuanto a su desempeño en Gobierno se le entregó todo el apoyo político y financiero que, vale decir, lo ejecutó con señalada transparencia.

Gerardo Buganza, quien ya fue diputado y senador de la República, trabaja 18 horas al día. Sólo desayuna y cena al filo de la medianoche y recién ha transitado por un cáncer de piel que no le impidió seguir laborando.

Para nadie es desconocido su fervor católico, el cual incluso ha sido objeto de sorna, pero jamás ha defeccionado a su fe ni tampoco ha mezclado el laicismo gubernamental y juarista con su vocación espiritual. 

Gerardo Buganza no aspira al relevo gubernamental. Sabe que su tiempo pasó. Sin embargo ahí está presente en el juego de poder “por si algo se ofrece”.

De ahí que el gobierno confía en que lleve a buen puerto la sucesión gubernamental en donde estará alejado de los ismos, las filias y las fobias, ya que en realidad este amigo no es ni panista ni priista, a pesar de que ha recibido recomendaciones de amigos y aliados de cobijarse en las filas del tricolor. 

Incluso fuerzas de poder del Distrito Federal aliadas, así como del sector empresarial y político, le han musitado al oído que en un escenario convulso y revuelto como es el que vive Veracruz, él sería la opción sucesoria, Buganza, sin embargo, no se ha  dejado seducir por el canto de las sirenas.

 

Como próximo responsable del gabinete -por cierto un nuevo gabinete ya que con la renuncia de secretarios de estado y el coordinador de prensa que van por las diputaciones federales, se abren seis espacios de primera línea- habrá de tomar en sus manos las riendas de la sucesión impidiendo al mismo tiempo, tal como la ha manifestado en corto, que se suceda el “Año de Hidalgo”.

 

En mancuerna con el firme Contralor General, Ricardo García Guzmán, con quien ya ha tenido discreto diálogo, habrá de cerrar la pinza para atajar la escalada de corrupción en localizadas áreas, siempre en el entendido que no habrá borrón y cuenta nueva. 

Buganza –hombre recio y de carácter, pero con una tersa mano izquierda- sabe bien que la elección de 2016, aun cuando sea de dos, será muy apretada y en franca disputa contra el único adversario que tiene el PRI en Veracruz, el PAN. 

La idea y por supuesto la instrucción es evitar que salga de control la Institución, atajar el más mínimo asomo de ingobernabilidad en este proceso de transición y conciliar a las partes sea el resultado que fuere. 

Veracruz deberá transitar los siguientes 26 meses en paz social, esa es la consigna. 

Tiempo al tiempo.