26 de Abril de 2024

Piedra Imán

Manuel Zepeda Ramos

A casi un siglo

Chiapas. Hace unos días di una conferencia en la Universidad Autónoma de Chiapas, la Unach.

Como me pidieron escoger, pensé en la tercera función sustantiva de las Universidades e Instituciones de Educación Superior: La Difusión de la Cultura.

Empecé diciéndoles algo muy importante que deben saber todos los universitarios, sobre todo los que estudian o han estudiado en una universidad pública.

Hace casi un siglo en la ciudad de Córdoba, en Argentina, se reunieron todos los intelectuales de la Educación Superior de América Latina para dilucidar en torno a la Universidad Pública. Los analistas de esa reunión fundamental para la Educación Superior que han sido recurrentes a lo largo del siglo pasado en las apreciaciones de su trascendencia dicen que allí los pueblos latinos del nuevo continente ingresaron al siglo XX.

 

En 1918 —faltan cuatro años para que se cumpla un siglo—, los intelectuales allí asistentes llegaron a conclusiones trascendentes en torno a la Universidad Pública. Observen nada más:

Autonomía universitaria. Elección de cuerpos directivos y autoridades por la propia comunidad universitaria. Concursos de oposición para la selección del profesorado. Docencia libre. Gratuidad de la enseñanza. Reorganización académica. Creación de nuevas escuelas. Modernización de los métodos de enseñanza. Asistencia social a los estudiantes. Vinculación con el sistema educativo nacional. Extensión universitaria. Fortalecimiento de su función social. Proyección al pueblo de la cultura universitaria y preocupación de los problemas nacionales. Unidad latinoamericana, entre muchas otras propuestas más.

En casi 100 años han pasado muchas cosas en el mundo. El siglo XX tuvo un real desarrollo en todos los órdenes. El desarrollo de la ciencia y la tecnología fue tremendamente exponencial.

América Latina no ha sido la excepción.

Entre 1918 y un siglo después han sucedido grandes adelantos. 

Los pensadores de Córdoba confiaron en la Universidad Pública para que tuviera las bases de visión futura.

Yo digo que sí hay adelantos.

Las autonomías, mientras cada institución no tenga libertad económica, en tanto no genere sus propios recursos para ser sustentable, tendrán que definirse todos los días buscando convertirse, las universidades, en aliados fundamentales de la producción y el bienestar, en generadores de proyectos que operen de la mano del Estado para devolverle al pueblo lo que ha otorgado, al formar profesionales de provecho que habrán de ser los visionarios del desarrollo.

La Universidad Pública tiene que esforzarse en producir profesionales acordes con el desarrollo de cada región, congruentes con la problemática por resolver. Las nuevas carreras que aporten herramientas nuevas se hacen necesarias y urgentes.

Si bien la Docencia y la Investigación han marchado en este siglo del pensamiento libertador universitario —la docencia más que la investigación—, la tercera función sustantiva, la Difusión de la Cultura se ha rezagado en relación con las otras dos.

El elemento económico es el mejor pretexto en su defensa. Y es cierto. Al día de hoy, la docencia acapara los presupuestos en la inmensa mayoría de las universidades. Pero hay excepciones. La Universidad Veracruzana y la UNAM lo son.

La Difusión de la Cultura como la entendieron hace un siglo, la cultura al pueblo decían, se ha cumplido con creces en ambas instituciones. La visión de rectores en su momento sentaron las bases para ello. Son, todavía, insignias universitarias en la Difusión de la Cultura Artística.

Hoy, la Ciencia y la Tecnología reclama un espacio que no tiene y necesita en asuntos fundamentales de Difusión, a pesar que desde 1978 la Anuies dejó sentada las bases para la divulgación de la Ciencia y la Tecnología en las Instituciones de Educación Superior.

El futuro profesional universitario, de licenciatura para arriba, deberá egresar como un comunicador en todos los aspectos con las herramientas que existen hoy día.

Cada egresado de la Educación Superior deberá ser un publicista de su conocimiento para ponerlo al alcance de quien sea y con los instrumentos audiovisuales que tenga a la mano. Pero sobre todo, habrá de ser un sintetizador de lo que sabe para ponerlo en lenguaje accesible al gran público para que lo aplique en su trabajo productivo, o despierte el interés de las nuevas generaciones de universitarios para hacerlo.

Quiero decir que los planes de estudio deben contemplar el entrenamiento profesional de los egresados de todas las carreras y de todos los niveles. Hace casi 40 años, la UV formó intermediarios para divulgar el conocimiento científico. Ahora el reto del siglo XXI consiste en que cada egresado sea un intermediario de su conocimiento. La radio, la televisión, las redes sociales, las historietas y los impresos de todo tipo deben ser ahora las herramientas del sintetizador universitario, si queremos que la UV esté acorde con la realidad del mundo actual.

Si supo ser vanguardia con la cultura artística, puede serlo también en la tarea de comunicar la Ciencia al servicio de las mayorías.

Son los retos reales.

Es el nuevo milenio.